Esta semana, BuzzFeed publicaba una historia de lo más llamativa: un medio online de Camboya, Fresh News, sacó el verano pasado que Monovithya Kem, la hija mayor de un histórico líder opositor y política, tenía lazos con la CIA y urdía un plan para derrocar al gobierno. La cosa fue a más: “Cualquier occidental con quien nos hubiésemos visto —dice Kem— era acusado de ser un espía”. Fresh News siguió publicando información sobre el supuesto plan golpista. Nunca ofreció evidencias o fuentes que avalasen la idea. El 3 de septiembre, una semana después de la primera acusación sobre los lazos con la CIA, la policía se presentó en casa de su padre, Kem Sokha, y lo arrestó. Se le acusaba de traición y se enfrenta a 30 años de cárcel.
Camboya fue uno de los países en los que Facebook puso en marcha el experimento del nuevo feed, que reducía brutalmente el alcance de medios independientes. Aquel experimento era un piloto para el resto del mundo. Anticipaba el nuevo algoritmo: “Cuando Facebook llegó a Camboya —dice BuzzFeed—, muchos esperaban que sirviese para acompañar a un nueva época de libertad de expresión, amplificando las voces que contrapesaban la narrativa de la prensa tradicional favorable al gobierno. Pasó justo lo contrario”.
Algo parecido a lo sucedido en Camboya lo denunciaron otros medios en 2016: en África, la cruzada de Mark Zuckerberg por llevar internet hasta el último rincón como un medio de empoderamiento derivó en que las voces de los medios gubernamentales de regímenes dudosamente democráticos fueran las más escuchadas.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook / Getty
Aquello y lo de Camboya no han hecho saltar las alarmas hasta que ha llegado ahora a Occidente y a las cuentas de resultados de los medios de comunicación masivos. Facebook siempre ha intervenido los contenidos que alojaba en su plataforma, solo que ahora perjudica a quienes más se estaban beneficiando. Los algoritmos nunca supusieron censura ni un escenario apocalíptico hasta que se conocieron los cambios que anunció Zuckerberg a principios de año: el muro del usuario reflejaría más álbumes familiares y publicaciones de amigos que no contenido de medios. Según Zuckerberg, esto consiste en una estrategia para limpiar el muro de fake news y de morralla viral para devolverle a una red que está en caída libre desde el boom de Instagram su propósito original: conectar a la gente.
Facebook siempre ha intervenido los contenidos que alojaba en su plataforma, solo que ahora perjudica a quienes más se estaban beneficiando
Una vez más, las aparentes buenas intenciones de Zuckerberg han hecho que muchos se lleven las manos a la cabeza. Entre ellos, BuzzFeed y otros medios que, en plena crisis de la prensa, vieron en la red social la gallina de los huevos de oro de la distribución. Sin ir más lejos, BuzzFeed logró en su mejor momento, entre mediados de 2013 y mediados 2014, alcanzar la abigarrada cifra de 200 millones de usuarios únicos mensuales. Ahora, según Quantcast, está en 150 millones, a la espera de los resultados del nuevo algoritmo, que no augura nada bueno. Lo mismo ha sucedido con otros reyes mediáticos de Facebook como UpSocl, cuyos resultados de audiencia actuales se sitúan en la mitad de los que tenían en 2014 (ver gráfico).
Evolución de audiencia de UpSocl. El hueco intermedio refleja la falta de información de aquel período / Quantcast
Desde que dejaron de venderse periódicos, los medios comenzaron diciendo que sin ellos no habría democracia, para ahora decir que sin ellos en Facebook, la red social se convertirá en un orwellianoMinisterio de la Verdad que respalda a dictadores. Lo cierto es que Facebook es menos relevante de lo que los medios y el propio Facebook quieren hacer creer. Su uso se ve desplazado cada vez más por nuevas plataformas y los cambios solo constatan la intención de levantar una red social que ya no ofrece grandes novedades ni despierta un gran entusiasmo entre sus usuarios.
Aun así, más allá de la eterna lamentación y del discurso mediocéntrico de un sector que no termina de encontrar un puerto seguro, más allá de si Facebook es tan relevante, el anuncio de Zuckerberg han establecido un punto de inflexión sobre la censura de los algoritmos.
Personajes como Julian Assange criticaban estos días que, así como internet abrió toda una era de libre información, el monopolio sobre internet de los grandes gigantes tecnológicos ponía en serio riesgo todo lo ganado en las últimas dos décadas. Y lo que es más grave todavía: los algoritmos controlados por inteligencia artificial que superan al control humano son quienes decidirán qué vemos y qué no vemos.
— Julian Assange ⌛ (@JulianAssange) January 17, 2018
Dice la periodista Caitlyn Johnson: “Lo que esto significa es que el uso de cada vez más avanzadas formas de inteligencia artificial, las estructuras de poder están siendo más capaces de controlar las ideas y la información que la gente puede acceder y compartir con los demás, esconder información que va contra los intereses de esas estructuras de poder y dar apoyo a narrativas que dan apoyo a esos mismos intereses, siempre manteniendo la ilusión de libertad y de un debate real”.
Johnson amplía el ejemplo a Google: “Debido a un cambio el los métodos de evaluación de Google, el tráfico hacia medios de izquierdas y webs antisistema ha caído en picado, con páginas como WikiLeaks, Alternet, Counterpounch, Global Research, Consortium News, Truthout y WSWS perdiendo alrededor del 70% de las visitas que tenían antes del cambio de algoritmo\”.
Por su parte, el magnate George Soros ha cargado también estos días, en el marco del Foro Económico Mundial de Davos, contra Google y Facebook por no responsabilizarse de sus contenidos y considera a ambas empresas nada menos que una \”amenaza para la democracia y la sociedad\”. Al mismo tiempo, Soros financia abiertamente el International Fact-Checking Network (IFCN), un sistema automatizado para combatir las noticias falsas que cuenta con la misma participación de Google y cuya idea de fondo es la misma planteada por Zuckerberg
Los monopolios tecnológicos justifican que sea la comunidad quien les ayuda a definir qué es una noticia falsa y qué no lo es. ¿Pero cómo puede una comunidad actuar sobre una cámara de eco impuesta por los algoritmos? Y es más: ¿qué entienden los algoritmos por noticias falsas y por sensacionalismo?
Una estrategia para combatir el sensacionalismo y las noticias falsas hace posible que medios de noticias falsas con aceptación de la audiencia provoquen el arresto de un líder opositor en Camboya
Dice otra periodista, Shelly Palmer: “La gran muralla china es la única construcción humana que se ve desde el espacio. Los esquimales tienen 27 palabras para la nieve. Ambas afirmaciones son rotundamente falsas y sin embargo las escuchamos constantemente como verdaderas. ¿Quién debe decir que eso es verdadero? Cualquier cosa con muchos likes se convierte en una wikialidad (la maravillosa definición de Stephen Colbert para aquello que es aceptado como verdad porque un montón de gente cree que es verdad).
Lo que Palmer explica es que una noticia falsa como la de la muralla China y la de los esquimales, permitida por el algoritmo, queda respaldada por la propia comunidad. Al final del día, una estrategia para combatir el sensacionalismo y las noticias falsas hace posible que medios de noticias falsas con aceptación de la audiencia puedan provocar el arresto de un líder opositor en Camboya o que medios gubernamentales sudaneses sean los únicos que terminan con la etiqueta de confiables, porque son la única información disponible.
Asentadas estas dudas, cabe ahora preguntarse si, en este momento, los cambios en la inteligencia artificial realmente tienen el poder de provocar un infierno de censura: igual que cambios anteriores —en concreto en Facebook— provocaron la caída de gigantes como UpSocl, permitieron que otros que sabían burlar el algoritmo surgieran. Pero, en los próximos años, con algoritmos más desarrollados y capaces de aprender por sí mismos ¿a qué estaríamos expuestos?
/OPINIÓN/ El nuevo algoritmo de Facebook no plantea ningún giro trascendental en la filosofía de la red social: la compañía de Zuckerberg siempre ha favorecido o discriminado contenidos, solo que ahora perjudica a uno de los agentes más se estaban beneficiando, los medios. Ahora bien: si los actuales algoritmos ofrecen la capacidad de influir de forma tan marcada en la vida pública, ¿a qué clase de estragos nos podrá empujar la Inteligencia Artificial del futuro?
This content was originally published here.