Menos de lo que dura un parpadeo es lo que ha tardado esta mañana Alfonso Barral, oficinista de 34 años, en minimizar la ventana del Facebook cuando se ha dado cuenta de que su superior pasaba por detrás.
Ha desarrollado una visión periférica sobrehumana
La proeza de este contable, que cuenta con más de cinco años de experiencia en perder el tiempo leyendo chistes en Internet en horario laboral, ha batido todos los récords registrados con anterioridad con un ordenador que, en sus propias palabras, “es una castaña porque esta empresa no se toma en serio las nuevas tecnologías y así nos va”.
Los expertos aseguran que Barral tiene unos reflejos comparables a los de una gacela y una visión periférica muy por encima de la normal. “Es capaz de identificar el ruido que hace el jefe cuando se levanta de su silla y, analizando la dirección del viento, puede predecir si irá hacia el pasillo de la izquierda o se aproximará hacia su zona”, explica uno de sus compañeros.
En algunas ocasiones, el contable tiene abiertas de forma simultánea en la pantalla de su ordenador las ventanas de Twitter, Menéame, Forocoches, Forotetas, Facebook, El Mundo Today, Tuenti y YouPorn.
“Se ríe de un chiste que ha leído en un foro medio segundo antes y ya está en otra web viendo un vídeo de gatitos mientras retuitea a un amigo en Twitter y nota la erección producida por el vídeo erótico que aún se está cargando en la página de porno”, confirma su colega.
Toda esta actividad frenética desaparece limpiamente en milisegundos si es necesario, y con la misma rapidez vuelve a iniciarse cuando ya ha pasado el peligro.
“La verdad es que estoy muy contento porque es la primera vez que se me reconoce un logro en esta empresa. Son muchos años actualizando estados de Facebook y es verdad que me he acostumbrado a disimular cuando el tonto de mi jefe pasa por los informes que me has pedido ya están, o sea que si quieres te los mando por mail y comentamos el tema del IRPF ese que me decías, ¿de acuerdo?”, ha declarado Alfonso por teléfono mientras su superior se aproximaba, alertado por el revuelo que se había formado alrededor del oficinista.
Al cierre de la edición, otra trabajadora de la empresa que ha preferido mantenerse en el anonimato ha batido un segundo récord al hablar mal de 678 personas en menos de dos minutos aprovechando la pausa para el café.
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